En el corazón de la aridez que aprisiona a Zipacoa, un rincón olvidado del municipio de Villanueva, Bolívar, emerge un inusual emblema de esperanza: una tanqueta del Esmad, usada por la Policía Nacional para la contención de disturbios, se conviertió en un héroe atípico.
La tanqueta ahora es usada para llevar agua potable a más de 150 familias en medio de la asfixiante sequía.
El monumental carro, en lugar de ser una fuerza intimidante, despliega una misión humanitaria inesperada, transformándose en proveedor de vida como respuesta a los estragos del fenómeno de 'El Niño', en el Caribe.
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La tanqueta de Policía que lleva agua a pueblo de Bolívar.
Es importante estar al lado de la población en momentos difíciles, paliando los estragos de la sequía
Los niños, bajo el aplastante calor del Caribe, reciben con alegría el chorro de agua que brota de la máquina, recreando una lluvia torrencial que los libera de calor. Los pequeños retribuyen con risas contagiosas, a los hombres de la policía.
La comunidad, acostumbrada a ver la tanqueta en situaciones de tensión, la observa con asombro mientras se convierte en el inusual héroe del día.
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Tanques, bolsas y baldes se llenan con el preciado líquido, y las sonrisas, antes ocultas por la carga de la escasez, ahora resplandecen en cada rostro.
La tanqueta usada para la represión ahora lleva agua a 150 familias de Zipacoa.
hemos aprendido la lección de que incluso las máquinas más imponentes pueden transformarse en fuentes de vida
Las máquinas más imponentes pueden transformarse en fuentes de vida.
La solidaridad encarnada en la acción de la Policía de Bolívar se convierte en un sentimiento arraigado en la comunidad, forjando un camino de esperanza y trabajo en equipo.
"Hoy hemos aprendido la lección de que incluso las máquinas más imponentes pueden transformarse en fuentes de vida", expresó un vocero de la comunidad agradecido.
La metamorfosis de una máquina de represión en un símbolo de esperanza.
Este gesto de solidaridad transforma la percepción de la robusta maquina policial, que ahora lleva felicidad a una comunidad que, ante la fuerte sequía, hoy recibe chorros de vida.
Los habitantes de Zipacoa son testigos de la metamorfosis de una máquina de represión en símbolo de esperanza. En las calles polvorientas de Zipacoa, la tanqueta no solo lleva agua, sino también la promesa de que incluso en los tiempos más secos, la humanidad puede florecer con actos de solidaridad.
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