Así es 'Dalifornia', la curiosa comunidad al suroeste de China que atrae a empresarios

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DALI, China — Para encontrar el círculo de baile en el patio del bed and breakfast, hay que conducir al norte desde la fábrica de sábanas convertida en mercado de artesanías, hacia la cafetería vegana que insta a los comensales a “caminar descalzos en la tierra”. Si ves el bar de cerveza artesanal sin personal donde los clientes pagan según el sistema de honor, ya te pasaste.

Bienvenido a la ciudad montañosa china de Dali, a veces conocida como Dalifornia, un homenaje a California y los estereotipos de vida tranquila y bañada por el sol que evoca. También es un guiño a la afluencia de empleados tecnológicos que han acudido en masa desde el auge del trabajo remoto durante la pandemia, para codificar en medio de un entorno pintoresco, engarzado entre picos nevados de 3 mil metros en el suroeste de China, a las costas de reluciente Lago Erhai.

La zona tiene mucho tiempo de ser un centro de mochileros y artistas, atraídos por sus rentas baratas y su idílico barrio antiguo, donde las ancestrales puertas de la Ciudad y las casas con patios centrales de paredes blancas señalan a la historia de la minoría étnica bai, que tiene miles de años viviendo ahí.

Pero Dali recientemente se ha llenado de jóvenes de megaciudades, agotados por el alto costo de la vida, la competencia despiadada, el desempleo juvenil récord y un entorno político cada vez más asfixiante.

Zhou Xiaoming, de 28 años, se mudó hace tres años. Siempre de espíritu libre, había trabajado en Shanghai como profesor en una escuela alternativa. Pero la vida allí le resultaba demasiado cara y quería explorar métodos de enseñanza menos convencionales. Dalí tenía muchos para probar —un jardín de niños experimental que enseñaba a los estudiantes a practicar excursionismo, otro centrado en manualidades y muchos niños que eran educados en casa. Zhou ahora enseña en forma privada a un estudiante, en un pueblo ubicado entre campos de té a las afueras de la Ciudad.

“Dali es un lugar remoto, bastante tolerante y muy fluido, y tiene todo tipo de gente”, dijo. “Y la mayoría de esas personas son raras”.

Dependiendo del punto de vista, Dali, con una población de 560 mil habitantes, puede parecer un paraíso o una parodia. Un miércoles reciente, una bailarina de fuego china giraba al son de un didyeridú, un instrumento indígena australiano, en el patio de la casa de un músico israelí. En una librería abierta las 24 horas, un grupo de lectura hablaba sobre Shen Congwen, un escritor del siglo 20.

Una palabra de moda aparentemente ineludible en Dali es sanación. Yoga de sanación, excursiones de campamento de sanación e incluso cafés de sanación. La atmósfera terapéutica era particularmente marcada en Veggie Ark, un extenso complejo que alberga la cafetería vegana, estudios de yoga, lecciones de gong y un taller de teñido.

Con el tiempo, también incluirá un “laboratorio de autosuficiencia” que Tang Guanhua, de 34 años, estaba construyendo en el patio: un domo de madera, construido a mano, que cuando quede terminado funcionará con energía solar y servirá como espacio de exposición para artesanías.

Tang quería que el laboratorio animara a los visitantes a probar estilos de vida más sostenibles. Cuando fue pionero en la vida de regreso a la naturaleza en China hace más de una década, muchos lo consideraban extraño. Ahora, ocho personas habían pagado para participar en la construcción del domo.

Algunos recién llegados dicen que quieren quedarse para siempre; otros reconocen que simplemente querían probar un estilo de vida alternativo antes de regresar a la rutina. Aún así, hasta un observador cínico admitiría que Dali se siente más abierto que la mayoría de los lugares de China.

La pregunta es cuánto tiempo podrá Dali seguir siendo un refugio. Turistas e influencers han acudido en masa. En todo el barrio antiguo, tiendas de souvenirs han sustituido a los puestos de artesanía. El borde del lago está repleto de elegantes bed and breakfast. Las rentas se han disparado, obligando a residentes de toda la vida a irse a aldeas remotas. Y ningún lugar es inmune al endurecimiento del clima político.

Lucia Zhao, propietaria de una librería, se mudó a Dali en el 2022 después de ser despedida de una empresa de tecnología en Chengdu. Abrió su tienda, que se centra en arte, feminismo y filosofía, porque quería crear un espacio donde la gente pudiera volver a aprender a pensar críticamente, dijo. Pero en agosto, los funcionarios confiscaron todos sus libros, con el argumento de que Zhao había solicitado una licencia comercial normal, no una licencia para vender publicaciones. Cerró durante meses mientras solicitaba la licencia. Ahora es más cautelosa en su selección de libros, pero los funcionarios locales habían examinado recientemente una exhibición de libros antiguerra.

Por: VIVIAN WANG

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