¿Por qué María José Pizarro llamó a Jota Pe ‘perro rabioso’?

hace 3 meses 27

El martes se realizó en el Senado una sesión que en teoría debía ser de enorme trascendencia: ¿Cuál es la responsabilidad de Iván Velásquez, ministro de Defensa, en el deterioro de la seguridad de los colombianos? Con un 2024 que arrancó con 11 masacres, en las primeras cinco semanas; y que en 2023 ya había dejado 93, por respeto a las 321 víctimas de estos hechos, por citar un solo ejemplo, se esperaría que hubiera sido una jornada solemne y de profunda reflexión.

Al contrario, por los gritos y las agresiones verbales entre los parlamentarios la sesión estuvo a punto de suspenderse y hoy miércoles la conversación en las redes era dominaba por la manera en que se trataron María José Pizarro (Pacto Histórico) y Jota Pe Hernández (Alianza Verde).

Ella lo llamó “perro rabioso” y él le respondió gritándole mientras que en simultánea la rodeaba y la grababa.

Posteriormente, ella escribió en su cuenta de X: “Me reafirmo: JP reaccionó como ‘un perro rabioso’. Si esto no es violencia política ¿qué es? Me violenta y no es la primera vez. No se atreve con los hombres porque lo que no soporta es que una mujer lo confronte. Es un misógino de la derecha ultra radical colombiana”.

La senadora Clara López, también del Pacto Histórico, salió en defensa de su colega: “El comportamiento del senador Jota Pe Hernández en el recinto del Senado es atrabiliario e intolerante. No se compete con la dignidad que le merece a todas y todos los colombianos un debate serio y argumentado sobre la defensa nacional”.

Jota Pe Hernández y María José Pizarro.

Jota Pe Hernández y María José Pizarro.

Foto:EL TIEMPO

Mientras que Hernández dijo: “No es la primera vez que nos insulta, lo hace en secreto y luego sale en público a tildarme de machismo”.

David Racero, también del Pacto pero con curul en la Cámara de Representantes, salió en defensa de Pizarro: Se comporta como un perro rabioso que hasta da pena ajena.

Después de sentirse perdido y desmentido en su pobre moción de censura al ministro de defensa, el senador Jhonatan Pulido se sale de casillas, pretende intimidar a María José Pizarro y se refugia en su celular donde puede desvirtuar la realidad y seguir mintiendo, como es usual. Una vergüenza para el congreso, violento hacia las mujeres y burla para sus electores”.

Racero puso su mensaje en su cuenta de X al que le agregó la etiqueta #PerroRabioso con el obvio propósito de convertir la expresión en tendencia.

Mientras que la senadora Pizarro dijo: "Calladitas no nos vemos más bonitas. El comportamiento de JP Hernández debe ser rechazado por la sociedad Colombiana. Basta de misoginia y violencia contra las mujeres. El país merece altura en el debate y nosotras respeto y espacios seguros”.

Pero, ¿por qué este nivel? Yann Basset, doctor en Ciencias Políticas, cree que este fenómeno tiene un eco acorde a los tiempos que vivimos y en el que no solo los influencers han llegado a los parlamentos sino que lo han hecho en tiempos del auge de las redes sociales.

“Existe la percepción de que con excepciones, entre ellas usted, el nivel intelectual de este Congreso es muy bajo. ¿Usted cree que es así?”, le preguntó EL TIEMPO al también senador Humberto de la Calle.

“Una idea que siempre ronda sobre la calidad de los congresos es su nivel intelectual, pero la otra dimensión es la representatividad. ¿Se espera que el Congreso sea una élite de seres superiores o, por el contrario, un grupo de ciudadanos de diversas andaduras que representen mejor la totalidad de la sociedad con sus virtudes y defectos, portadora de un cierto sentido común? Yo me inclino más por la representatividad que por la excelencia. Ahora bien, lo que sí sé es que en el Congreso no hay bobos”, respondió.

En la charla de quien fuera el jefe del equipo negociador del Estado en el proceso con las Farc habló, además:

-En el pasado, hubo varios congresos donde brillaban los oradores, ahora lo hacen los activistas. ¿Qué significa esto para la política?

Es un tema clave. ¿Qué se hicieron los grandes debates? No creo que sea falta de qué se diga y quiénes lo digan. Su propia pregunta dá en el clavo, o al menos en una de las causas, lo que se ha transformado es la comunicación.

-¿En qué sentido?

La profusión de mensajes, su abundancia y el carácter vertiginoso de la sociedad contemporánea produjeron esa decadencia de los grandes discursos. Las redes exigen comprimir el mensaje a 140 caracteres. La televisión solo te presta menos de 60 segundos. Aquí la decadencia no es tanto del Congreso, sino de la comunicación que ha optado por el camino fulgurante más que por la reflexión.

-¿Y eso cómo impacta en el Legislativo?

En ese escenario, llega más a la masa el influenciador que el intelectual, sobre todo en el campo de la política. Hoy hay congresistas que transmiten en vivo desde el propio recinto el curso de los acontecimientos. Es la política del eslogan la que ha impuesto un esquema. El Congreso simplemente se adapta.

-Hay síntomas de un desinterés de parte de las audiencias por la política. ¿Por qué será?

Esto arranca de antes. Los partidos eran los grandes procesadores de la unificación de los mensajes en un marco que ahora, con el pluralismo y la postmodernidad, ha desaparecido. Ya no hay partidos que sean capaces de conducir a sus adeptos con mensajes integrales. Es la época de la dispersión.

¿La política se dispersó?

El Congreso era el monopolizador de la discusión y los partidos elaboraban el mensaje y el reparto. Ahora la política no solo está en el escenario, sino que brota por los pasillos del teatro, en las escaleras y hasta en los camerinos. Y el resultado es polifónico y, quizás, un tanto desorganizado.

El profesor Basset dice que si bien la situación de este martes fue muy dura no se compara con otras de la historia más violentas.

En efecto, como lo contó EL TIEMPO el 8 de septiembre de 1949 la Cámara de Representantes se tiñó de sangre. Ese día se discutía una propuesta del Partido Liberal para adelantar las elecciones presidenciales para noviembre de ese año.

Los conservadores se oponían a adelantar los comicios. El tono de la discusión iba subiendo con cada intervención.

El choque llegó a su clímax cuando los representantes Gustavo Jiménez, liberal, y Carlos Del Castillo, conservador, se intercambiaron los peores insultos.

Jiménez le recriminó a su colega que negara que su padre, en realidad, fuera un humilde campesino y le dijo que sus apellidos –Del Castillo- eran un invento. Del Castillo le contestó a gritos: “¡Yo al menos soy hijo legítimo! ¡Usted no lo es, y reaccione!”. Dicho esto se llevó su mano al bolsillo de su saco y sacó su revólver.

Jiménez alcanzó a decir: “¡Miente, malnacido!”, y lo que siguió fue un caos que nadie ha logrado aclarar.

Varios congresistas desenfundaron sus armas –en esos años era costumbre de algunos tenerlas- y comenzó la batalla. El representante Jiménez recibió dos balazos.

Uno en el brazo derecho y otro, el fulminante, en la garganta. Se desangró en cuestión de minutos sobre las escaleras de la Cámara. Mientras tanto, en su curul, el representante Jorge Soto del Corral, quien nada había tenido que ver en el enfrentamiento, yacía moribundo. Por las heridas causadas en una de sus piernas, en medio del cruce de disparos, falleció meses después. Esa noche fueron disparados 40 tiros.

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