¿Por qué Europa se está alistando militarmente ante el riesgo de guerra con Rusia?

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¿Podrían responder los Ejércitos europeos rápidamente a un ataque ruso en el flanco oriental del bloque? Más allá de la decisión política que debería llevar a la práctica la teoría de que un ataque contra uno es un ataque contra todos los países de la Unión Europea, como prometen los tratados del bloque comunitario y de la Alianza Atlántica (Otán), muchos se preguntan en el Viejo Continente si están preparadas las infraestructuras y carreteras para mover de forma eficiente y segura a cientos de miles de soldados y miles de toneladas de material militar.

Algunos lo ponen en duda. Por eso hace poco más de un año, el 10 de noviembre de 2022, la Comisión Europea anunció un programa que buscaba identificar cuellos de botella, dónde podrían estar los problemas para garantizar que soldados y material militar se movieran lo más rápido posible al este, porque la única amenaza militar que identifica Europa ahora mismo es la rusa. La misma amenaza que justificó la creación de la Otán al inicio de la Guerra Fría.

Ese primer proyecto, firmado a finales de enero de este año entre Alemania, Países Bajos y Polonia, es el mayor de los primeros 38 puestos en marcha y recibirán en total 807 millones de euros. La mayoría de este presupuesto está destinado a renovar instalaciones ferroviarias, además de a otras pequeñas obras, como las de reforzar puentes y caminos.

Hay dinero, por ejemplo, para aislar las estaciones de trenes francesas de Grenoble, Burdeos y Metz de cortes de electricidad, para agilizar la descarga de material militar pesado en los puertos belgas y suecos o para ampliar la capacidad de almacenaje de combustible en los aeropuertos de Letonia y Lituania.

El día que se presentó aquel programa, la vicepresidenta de la Comisión Europea, la liberal danesa Margrethe Vestager, dijo que los militares deberían usar infraestructuras civiles como puentes, vías de ferrocarriles o carreteras que en realidad puede que no estén preparadas para “soportar los vehículos pesados de los Ejércitos”.

La razón es que no reciben el mantenimiento adecuado para eso y porque directamente no fueron diseñadas teniendo en mente que un día podían servir para movilidad militar. Vestager también dijo que debían reforzarse y ampliarse en algunos casos los depósitos de combustible para que los movimientos de tropas a gran escala no se vieran afectados por falta de combustible. Las guerras no se pueden ganar sin un trabajo eficaz de logística.

El plan, que llega hasta finales de 2026, está financiado en principio con un máximo de 1.700 millones de euros de fondos del presupuesto de la Unión Europea, que se completarán con fondos nacionales. Se trata, dijo entonces la Comisión Europea, de que los ejércitos puedan responder "mejor, más rápidamente y a escala suficiente a las crisis que surjan en las fronteras exteriores de la Unión Europea y fuera de ellas”.

Bruselas identificó sobre todo un corredor de importancia estratégica que iría desde los puertos de la costa noratlántica (desde el francés de Calais hasta el alemán de Hamburgo, pasando por Dunquerque, Zeebrugge, Amberes, Rotterdam o Ámsterdam), todos entre los mayores de Europa, y después por tierra a través del norte de Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, Polonia, Chequia y Eslovaquia.

A través de esos puertos debería llegar la ayuda militar británica, canadiense y, sobre todo, estadounidense, si las fronteras orientales de la Unión Europea, como cada vez advierten más dirigentes del bloque, se vieran en los próximos años ante un ataque ruso.

Algunos altos dirigentes, como el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, hablan de la posibilidad de un ataque ruso a algún país de la Otán y la UE en los próximos dos o tres años. Todos miran con miedo a las tres pequeñas repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania), difíciles de defender, que fueron parte de la Unión Soviética, con minorías nacionales rusas importantes y con Ejércitos tan escuálidos que el control de su espacio aéreo lo hacen por turnos aviones de combate de otros países europeos.

En 2018 hubo un primer plan que la Comisión Europea evaluó favorablemente y del que surgieron las bases del nuevo, dotado con más fondos después del ataque ruso contra Ucrania. El primer acuerdo del nuevo plan lo firmaron el 30 de enero Alemania, Países Bajos y Polonia con el objetivo de mover material militar y hombres “de la forma más rápida y eficaz posible” desde los puertos de aguas profundas del Mar del Norte (capaces de descargar los mayores buques militares anglosajones) hasta las fronteras orientales europeas.

Vladislav Kosiniak-Kamysz, ministro polaco de Defensa, del nuevo Gobierno de coalición liberal-conservador, dijo que “la guerra a gran escala que se desarrolla en Ucrania muestra la importancia del desplazamiento rápido de las tropas aliadas”.

La Otán hacía que durante la Guerra Fría los gobiernos europeos tuvieran regularmente actualizados sus planes de movilidad militar, en una época en que la Unión Europea era todavía una organización incipiente centrada en las relaciones comerciales y la política agrícolas común. Aquellos planes de movilidad militar dejaron de actualizarse en 1997 a pesar de que cuando cayó el Muro de Berlín la frontera a defender se fue más de 1.000 kilómetros hacia el este.

La gran ampliación de la Unión Europea en 2004 hacia el este terminó por consolidar el este europeo como territorio a defender de Rusia en caso de ataque. Aquel Telón de Acero que bajaba desde la costa norte alemana hasta el Adriático se trasladó a una línea que va desde Tallín (Estonia) hasta Chisinau (Moldavia).

Todo para que no pase como cuando en 2022 Francia empezó a enviar tanques Leclerc a Rumanía para proteger la frontera con Ucrania ante el avance ruso y los tanques no pudieron circular por Alemania en camiones por miedo a que su peso hundiera puentes.

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