Pacto de Migración de la UE: ‘un consenso imperfecto que es mejor que nada’

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En medio de la escalada de tensiones geopolíticas y con las elecciones al Parlamento Europeo a la vuelta de la esquina, la estrecha aprobación –a principios de abril– del Pacto de Migración y Asilo de la Unión Europea (UE) ha atraído relativamente poca atención. Este acuerdo, sin duda, ha sido más notable por el mero hecho de su promulgación que por las disposiciones que contiene. No obstante, supone la culminación de una década de esfuerzos por reformar el sistema de Dublín de la UE para regular los asuntos relacionados con la migración.

La necesidad de cambio era sin duda urgente. Solo en el último año, unas 380.000 personas cruzaron las fronteras de la UE sin autorización –la cifra más alta desde 2016– y un récord de 1,14 millones solicitaron asilo. Los principales países de llegada –como Grecia, Italia y España– llevan tiempo abogando por una distribución más justa de los solicitantes de asilo en la UE. Pero el consenso sobre el tema ha sido esquivo, debido a los intereses y prioridades divergentes entre los Estados miembros de la UE.

Esto no ha cambiado. El Pacto de Migración y Asilo se basa en un delicado compromiso: los Estados de primera línea acordaron crear centros de detención para tramitar las solicitudes de asilo y repatriar a las personas consideradas no aptas, y las contrapartes de la UE o aceptan algunos migrantes o participan en iniciativas de reparto de costos. 

Sin embargo, para una gran parte de los líderes políticos europeos esto no es suficiente.
De hecho, el Pacto apenas se aprobó. Aunque obtuvo el apoyo de las tres principales facciones parlamentarias –el Partido Popular Europeo (PPE), de centroderecha; la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, y la liberal Renew Europe–, un número significativo de eurodiputados se abstuvo, expresando de hecho su desacuerdo.

El proceso también puso de manifiesto nuevas divisiones políticas. Los representantes de los Verdes alemanes, por ejemplo, rompieron filas con sus homólogos nacionales para votar en contra del paquete.

La aprobación del Pacto de Migración y Asilo puso de manifiesto la compleja dinámica política que significa el tema migratorio en la UE. Tanto los socialistas italianos como sus rivales ideológicos del Movimiento Cinco Estrellas votaron en contra de algunas partes del proyecto de ley, motivados en gran medida por su interés en oponerse a la primera ministra Giorgia Meloni, una de las principales defensoras del acuerdo. En Francia se produjo una dinámica similar.

El proceso también puso de manifiesto nuevas divisiones políticas. Los representantes de los Verdes alemanes, por ejemplo, rompieron filas con sus homólogos nacionales para votar en contra del paquete.

El Pacto no tiene el camino totalmente despejado porque requiere de la aprobación del Consejo Europeo para que pueda entrar en vigor. Y aún se enfrenta a la oposición de ambos extremos del espectro político. Los partidos de extrema derecha afirman que es insuficiente para disuadir a los inmigrantes, mientras que los grupos de izquierda y las ONG temen que haga demasiado poco para proteger los derechos de los inmigrantes y garantizar unas condiciones de vida adecuadas. 

El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha anunciado que Polonia no aceptará el mecanismo de reubicación, mientras que el primer ministro populista eslovaco, Robert Fico, ha declarado que no aplicará en absoluto las nuevas normas.

El efecto Meloni 

Aun así, el Pacto de Migración y Asilo puede aportar lecciones positivas sobre la política de la UE y el futuro de la Unión. Sobre todo, el esfuerzo para aprobarlo demostró el impacto que puede tener un líder como Meloni cuando pone en práctica su capacidad para crear coaliciones. Contrariamente a su combativo estilo de campaña, Meloni ha adoptado un enfoque pragmático y constructivo del liderazgo europeo, especialmente en lo que se refiere a la migración. 

Por ejemplo, fue una de las principales artífices del Memorando de Entendimiento que la Comisión Europea y Túnez firmaron en julio de 2023. Aunque el Memorándum ha sido objeto de merecidas críticas –no es un modelo de compromiso con terceros países–, ha situado a Meloni como una voz importante en el debate europeo sobre migración.

Meloni también ha impulsado otros acuerdos bilaterales, como el reciente acuerdo de ayuda con Egipto para frenar la inmigración irregular a la UE. Para recabar apoyos al Pacto sobre Migración y Asilo, Meloni colaboró con la Comisión Europea y llevó a cabo más de 20 misiones de alto nivel en el Mediterráneo a lo largo de ocho meses.

En última instancia, el Pacto sobre Migración y Asilo apunta a un nuevo enfoque en la formulación de políticas a escala de la UE: el consenso imperfecto.

En última instancia, el Pacto sobre Migración y Asilo apunta a un nuevo enfoque en la formulación de políticas a escala de la UE: el consenso imperfecto. Aunque nadie esté plenamente satisfecho, la UE no permanece en punto muerto. Algunos avances, por limitados que sean, son preferibles a la inacción. En este sentido, el destino del acuerdo migratorio servirá como una especie de barómetro para el próximo mandato del Parlamento Europeo.

En materia de política migratoria, la UE se encuentra en una encrucijada. Ha abandonado en gran medida el espíritu Wir schaffen das (‘Nosotros lo gestionaremos’) que encarnó la excanciller alemana Angela Merkel en el 2015, cuando decidió permitir la entrada en Alemania de más de un millón de solicitantes de asilo. 

La idea de obligar a los solicitantes de asilo a establecerse fuera de las fronteras de la UE está ganando adeptos, como se refleja en el manifiesto del PPE para las elecciones de junio.

Sin embargo, a pesar del amplio atractivo de limitar la inmigración, la UE también necesita inmigrantes para cubrir puestos cruciales de baja cualificación –como la construcción– en los que hay una aguda escasez de trabajadores. Encontrar un consenso sobre el equilibrio adecuado entre estos dos imperativos ha sido difícil en los mejores tiempos; y en un momento de profunda polarización, puede llegar a ser prácticamente imposible.

Pero la UE debe encontrar la manera de avanzar. Para ello, el próximo Parlamento Europeo –que seguramente se caracterizará por una mayor fragmentación– debe adoptar el modelo Meloni de formación creativa de coaliciones, sustentado en el pragmatismo y el compromiso con los valores compartidos.

AUTOR: Ana Palacio (*) 
© Project Syndicate - Madrid
(*) Exministra de Asuntos Exteriores de España y exvicepresidenta primera y consejera general del Grupo del Banco Mundial. Profesora visitante en la Universidad de Georgetown.

Acuerdo tiene ‘equilibrio entre solidaridad y responsabilidad’, dice el Parlamento Europeo

El 10 de abril, el Parlamento Europeo aprobó una amplia reforma de su política migratoria, el Pacto de Migración y Asilo, luego de una delicada negociación de varios años sobre un tema que provocó evidentes divisiones en el bloque.
La controvertida reforma, que refuerza controles fronterizos y establece un sistema de solidaridad entre los países miembros, recibió el apoyo de los tres principales grupos del Parlamento, los Socialistas y Demócratas, el Partido Popular Europeo (PPE, derecha) y los centristas de Renovar Europa.

“Hemos creado un marco legislativo sólido sobre cómo abordar la migración y el asilo en la UE. Han pasado más de diez años en su elaboración. Pero cumplimos nuestra palabra”, dijo Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo. La reforma aprobada representa “un equilibrio entre solidaridad y responsabilidad”, indicó la maltesa.

Para la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la aprobación de la reforma de la política migratoria del bloque es “un logro enorme para Europa”.
Por su parte, la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, dijo que con la reforma la UE “podrá defender mejor nuestras fronteras exteriores”. También podrá defender “a los vulnerables y a los refugiados, devolver rápidamente a aquellos que no son elegibles para quedarse”, y al mismo tiempo implementar una “solidaridad obligatoria” entre los Estados del bloque.

El jefe del Gobierno alemán, Olaf Scholz, aseguró que era un pacto “histórico”, y el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que Europa estaba actuando “efectiva y humanamente” en esta cuestión.

Reacciones

El jefe del Gobierno alemán, Olaf Scholz, aseguró que era un pacto “histórico”, y el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que Europa estaba actuando “efectiva y humanamente” en esta cuestión.

Pero existió discrepancia dentro del bloque, especialmente desde Hungría, donde primer ministro, Viktor Orbán, aseguró que la reforma era “otro clavo en el ataúd de la Unión Europea”. “La unidad ha muerto, las fronteras seguras ya no existen. Hungría nunca cederá al frenesí de la migración masiva”, afirmó.

Representantes de la izquierda europea atacaron la reforma que, según el eurodiputado español Manu Pineda, “llena de vergüenza a toda la UE” y entrega su política migratoria “a la derecha”.

En una nota, la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC), pidió a los países de la UE que “garanticen condiciones humanas para los solicitantes de asilo y los migrantes afectados”.

De su lado, Amnistía Internacional señaló que las instituciones de la UE “vergonzosamente han firmado un acuerdo que saben que conducirá a un mayor sufrimiento humano”.

La sesión de votación en el Parlamento Europeo llegó a ser brevemente interrumpida a causa de una ruidosa protesta en las gradas del plenario, donde activistas pedían a gritos a los eurodiputados que votaran contra el proyecto de reforma. “¡Este pacto mata! ¡Voten no!”, gritaban.

La sesión de votación en el Parlamento Europeo llegó a ser brevemente interrumpida a causa de una ruidosa protesta en las gradas del plenario, donde activistas pedían a gritos a los eurodiputados que votaran contra el proyecto de reforma.

Solidaridad obligatoria

El pilar central de esta propuesta fue lanzada por la Comisión Europea (el brazo ejecutivo de la UE) en 2020, en una tentativa de acercar las posiciones de los diferentes grupos políticos. Así, la reforma promueve un refuerzo en los controles de las fronteras externas de la UE.

La reforma establece un procedimiento obligatorio para controlar a los migrantes que llegan a las fronteras, donde deben ser registrados para determinar el procedimiento aplicable.

Así, los inmigrantes que no sean aceptados serán retenidos en centros especiales de acogida mientras se determina su expediente en forma acelerada, para proceder más rápidamente con la devolución de esas personas a sus países de origen.

Simultáneamente, determina la implementación de un sistema obligatorio de solidaridad, como forma de ayudar a los países que reciben a muchos inmigrantes y demandantes de asilo, como Italia, Grecia o España. De esa forma, otros Estados deberán recibir en su territorio a solicitantes de asilo o tendrán que proporcionar apoyo financiero a los países bajo mayor presión migratoria.

Estos dos aspectos se habían tornado tópicos de suma sensibilidad después de la crisis migratoria de 2015 en la UE.

Esta nueva normativa sobre migración y asilo no se aplicará hasta el año 2026, y para eso la Comisión Europea deberá presentar hasta el mes de junio un programa detallado de implementación.

La UE ha negociado acuerdos con países de origen y tránsito de migrantes –como Mauritania, Túnez y Egipto– en una tentativa de reducir el número de llegadas a las fronteras del bloque.

AUTOR: Anne-Laure Mondesert 
AFP - Bruselas

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