Fundación Mi Sangre: dieciocho años construyendo paz

hace 2 semanas 5

Ricardo Ávila, de EL TIEMPO, habló con la emprendedora Catalina Cock, cofundadora junto al artista Juanes de la Fundación Mi Sangre, que brinda un acompañamiento integral a jóvenes víctimas de minas antipersona.

¿Cómo se compara lo que tenían en mente cuando comenzaron con las realizaciones alcanzadas? 

Mi Sangre nació en el 2006 como una organización que movilizaba recursos técnicos y financieros para apoyar a organizaciones que trabajaban en campo, brindando acompañamiento psicosocial a víctimas de minas antipersona en el marco del conflicto armado en Colombia. 

La intención original era pasar de un modelo de atención a víctimas a un modelo de intervención sistémica donde trabajamos con todas las personas que rodean la experiencia de los y las jóvenes, y otros actores clave del sector público y privado a través del fortalecimiento de liderazgos, la incubación de iniciativas de cambio social y ambiental, el tejido de redes y el desarrollo de campañas de movilización, para reconstruir confianza y contribuir a la construcción de sociedades más pacíficas, democráticas e incluyentes. 

¿Cuál es el resumen de los logros obtenidos?

En los 18 años, que además estamos conmemorando por estos días, hemos impactado a 2 millones de personas y movilizado a más de 7 millones con nuestras estrategias de comunicación para cambiar paradigmas incrustados en nuestra cultura. La clave de nuestro impacto está en eso que llamamos “efecto multiplicador”, porque sabemos con certeza y rigor en la medición que cuando impactamos a una persona, esta persona a su vez llega a muchas más. 

Por ejemplo… 

Este es el caso de Yelitza Castellar, actualmente alcaldesa de Calamar, Bolívar. Yelitza participó en nuestros programas y hoy impacta a todo un municipio e inspira a todo un país con su historia. También podemos hablar de historias de prevención de violencias, como la de Kelly, una joven del Urabá antioqueño que integraba una pandilla y hoy es una líder comunitaria y referente para otras mujeres del sector, o de los cientos de docentes con los que trabajamos y que siguen usando nuestra metodología años después de nuestra intervención, impactando así a nuevos estudiantes. 

¿Cómo los ven?

Tendría por decir que los logros también se reflejan en la legitimidad y el reconocimiento que hemos ganado, no solo en Colombia, sino en el ecosistema global. Hacemos parte de redes tan importantes como Ashoka, Synergos, Schwab, Weaving Lab, Wellbeing Project, entre otros. 

¿Qué reacción le genera la palabra ‘liderazgo’? 

Pienso en la necesidad de evolucionar en la comprensión de un liderazgo como sustantivo a un liderazgo como verbo, que inspira, empodera, moviliza, teje, incide; de liderazgos individuales a colectivos; jerárquicos a colaborativos; basados solo en el hacer, a estar enfocados en el ser para el hacer. 

¿Y cómo aplican eso? 

En Mi Sangre promovemos un liderazgo consciente y tejedor. Un líder consciente es aquel que se sitúa en el momento presente, reconoce y gestiona las emociones, toma decisiones informadas, cultiva relaciones basadas en la empatía y toma decisiones éticas considerando el bienestar a largo plazo. Y el liderazgo tejedor se refiere a la capacidad de unir y entrelazar ideas, sectores, recursos, habilidades y talentos de personas y organizaciones para impulsar cambios sistémicos desde la colaboración.

¿Por qué es importante la innovación social? 

Einstein dijo que no podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos. La innovación social es importante porque nos invita a desarrollar nuevas soluciones a los problemas de forma creativa, sostenible y eficaz para generar impactos positivos en la vida de las personas, especialmente en aquellas que más lo necesitan. 

El proceso de innovación social en sí mismo transforma realidades porque fomenta la participación ciudadana al empoderar a las personas para que sean parte activa del cambio, y es un importante catalizador de cambios sistémicos al desafiar creencias, normas y prácticas existentes que transforman estructuras y políticas sociales. 

¿Cómo trabajan y qué tanto se involucra Juanes?

Cuando decidí emprender este sueño de la mano de Juanes lo hice después de que me dijera lo siguiente: “Mi vida está construida sobre tres patas; mi familia, la música y el aporte social que yo pueda hacer a través de esta fundación”. Juanes es inspiración, coherencia, sensibilidad, compromiso profundo. Su papel como embajador de nuestras causas ha sido clave, él abre puertas y logra hacer visible lo invisible. 

Como artista que es, tiene una sensibilidad única que le permite traer mística y creatividad a nuestra apuesta. Hace parte de nuestro consejo directivo, todas las semanas hablamos de lo que estamos haciendo y visita con frecuencia los proyectos que adelantamos para conocer de cerca las historias de nuestros participantes. 

¿Qué opinión tiene del ecosistema de fundaciones en Colombia?

Yo soñaría con que, más que un ecosistema de fundaciones, habláramos de un ecosistema de innovación e impacto social, porque hay un potencial inmenso de colaboración y aprendizaje entre sectores diversos. Me refiero a público, privado, social y académico. Hay avances, sin duda, pero creo que podemos avanzar mucho más como pares en el propósito de construir país y región. 

Por ejemplo, traer prácticas empresariales a las organizaciones sin ánimo de lucro como modelos de negocios claros y eficientes. Así mismo, las fundaciones tienen mucho por enseñar en términos de innovación social, relacionamiento con comunidades, participación ciudadana, generación de confianza, entre otros, para que la empresa privada avance en la generación de valor social.

¿Qué otros actores identifica?

Los medios de comunicación son también un actor clave, en especial si se comprometen con un periodismo de soluciones, que visibilice no solamente los problemas, sino también las transformaciones que son posibles gracias al trabajo de muchas personas y organizaciones. Los medios tienen el poder de derrumbar el pesimismo y expandir el cambio hasta otros ojos y otras orillas.

¿Por qué es importante la filantropía?

La filantropía es crucial en países como Colombia, donde las brechas sociales son amplias y la sociedad civil juega un papel fundamental para complementar la labor gubernamental. Aunque hay una tendencia hacia la autosostenibilidad, muchas fundaciones trabajan en temáticas que hacen que la filantropía siga siendo necesaria. Sin embargo, es muy relevante promover un cambio de paradigma, para pasar de inversiones en soluciones de síntomas a corto plazo a causas estructurales para promover cambios sistémicos. 

Para lograr esto, hay una tendencia emergente de filantropía basada en la confianza, priorizando la experiencia y legitimidad de las organizaciones sobre requisitos burocráticos que distraen la atención de lo verdaderamente importante. Construir relaciones transformadoras entre donantes y fundaciones más allá de la mera transferencia de recursos financieros a corto plazo es también muy importante. Si avanzamos en una filantropía más estratégica podríamos caminar más rápidamente hacia un futuro más justo y sostenible.

Dicen que se aprende más de los errores que de los aciertos. ¿Qué lecciones le han enseñado las equivocaciones?

Creo que uno de esos grandes errores fue en su momento el exceso de foco en el “hacer” y la obsesión por lograr grandes resultados en poco tiempo. Debido a la urgencia de los problemas y las dinámicas mismas del sistema en el que vivimos, caemos en la trampa de hacer, hacer y hacer, dejando de lado otras dimensiones de la vida. Esto, por un lado, nos puede quemar física y emocionalmente, pero además nos lleva a saltar a las soluciones de manera reactiva, operando desde paradigmas del pasado, sin darnos la oportunidad de acceder a recursos y sabiduría internos que emergen gracias a la pausa, la reflexión y la quietud.

Sin prisa, pero sin pausa, dice el refrán… 

En esta misma línea, diría que el reto de la inmediatez impide invertir el tiempo necesario para alinear visiones con todos los actores y perdemos la oportunidad de construir soluciones colaborativas que tienen un enorme potencial transformador. El aprendizaje entonces es tomarse el tiempo suficiente para coobservar, para leer el sistema en profundidad, para incluir distintas miradas, y así tener una comprensión más amplia de los diferentes problemas con el fin de crear soluciones en las que cada quien aporte desde sus capacidades.

¿Qué consejo le da a quien le dice que quiere poner en marcha una fundación?

Cuando las personas quieren ayudar a generar cambios, por lo general, lo primero que piensan es en montar una fundación, pero esto, además del proyecto social, es como crear una empresa o un emprendimiento con todo lo que ello implica: estructura, procesos, sistemas, desarrollo de productos y servicios, modelo de negocios, marca, entre otros puntos. Es una tarea titánica que exige un compromiso de largo aliento y un emprendedor capaz de sacarlo adelante con todos sus desafíos. 

Creo que hay muchos caminos para ayudar y generar impacto, antes de crear una fundación. Una persona puede desde apoyar a organizaciones ya existentes hasta empezar con un proyecto puntual que seguramente tendrá un impacto poderoso. 

El Foro Económico Mundial los reconoció el pasado enero. Aparte de la satisfacción, ¿para qué sirven esas distinciones?

Me siento honrada por recibir este reconocimiento que destaca mi labor como emprendedora e innovadora social y reconoce el trabajo de la Fundación Mi Sangre en Colombia y la región. El premio brinda acceso a una comunidad global de innovadores sociales y líderes mundiales, ofreciendo oportunidades de aprendizaje, colaboración y crecimiento. 

Además, nos proporciona visibilidad y abre puertas a nuevas alianzas y recursos, oportunidades educativas en universidades como Harvard y viajes de intercambio de conocimiento. Este reconocimiento impulsa el crecimiento y la evolución de nuestra organización, lo que en últimas contribuye al desarrollo del país. 

Haber trabajado con diferentes poblaciones, ¿qué le dice sobre Colombia?

Lo hecho nos ha permitido transitar diferentes Colombias. La Colombia urbana y la Colombia rural, la Colombia que ha vivido de cerca el conflicto armado y aquella que solo lo ha visto de lejos, la Colombia herida, pero también la Colombia con esperanza. Hemos conocido un país diverso, y así se ve en los grupos con los que trabajamos de cerca, desde comunidades campesinas e indígenas, pasando por población migrante, hasta empresarios y tomadores de decisión del sector público. 

Esto nos da una perspectiva muy amplia de las brechas, de los problemas existentes y de la complejidad del país, pero también del potencial tan inmenso en términos de capital humano y social, creatividad, recursividad, resiliencia. Todo ello nos da energía y luz para seguir adelante en este gran proyecto que es la Fundación Mi Sangre.

Ricardo Ávila - Especial para EL TIEMPO

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