El encanto de Ítaca: vive el viaje, no solo el destino

hace 2 semanas 3

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Por: Rafael Alberto Méndez-Romero, Decano de la Escuela de Ingeniería, Ciencia y Tecnología Universidad del Rosario.

La semana pasada tuvimos el placer y la fortuna de acompañarles a ellos y a sus familias para celebrar este evento inolvidable.

Como regalo, les compartí uno de mis poemas favoritos, que le debemos a Constantino Cavafis, y en el que creo que se esconde un mensaje importante al cerrar su etapa como estudiantes y comenzar su vida profesional.

A continuación, comparto el poema y una sencilla reflexión que también transmití a ellos y sus familias en el hermoso Aula Máxima de la Universidad del Rosario.

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Estoy convencido de que este mensaje no solo resuena en ellos, sino en todos nosotros, ya que nos recuerda que lo más importante no es el puerto de llegada, sino el viaje que disfrutamos para alcanzarlo.

Ítaca

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca

pide que el camino sea largo,

lleno de aventuras, lleno de experiencias.

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al colérico Poseidón,

seres tales jamás hallarás en tu camino,

si tu pensar es elevado, si selecta

es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al salvaje Poseidón encontrarás,

si no los llevas dentro de tu alma,

si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.

Que muchas sean las mañanas de verano

en que llegues -¡con qué placer y alegría!-

a puertos nunca vistos antes.

Detente en los emporios de Fenicia

y hazte con hermosas mercancías,

nácar y coral, ámbar y ébano

y toda suerte de perfumes sensuales,

cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias

a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.

Llegar allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años

y atracar, viejo ya, en la isla,

enriquecido de cuanto ganaste en el camino

sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,

entenderás ya qué significan las Ítacas”

Queridos amigos:

Todos queremos volver a casa, a Ítaca, avistar desde el mar la isla en la que crecimos, volver a ver a la mujer o el hombre que amamos y que nos espera hace tantos años. Por esta razón, la legendaria isla griega —hogar de Odiseo, Penélope y Telémaco— es la metáfora perfecta del propósito de la vida, de eso que nunca dejaremos de perseguir.

Las Ítacas pueden ser, entonces, casi cualquier cosa: podrían representar el proceso para lograr una meta o para recuperar algo que hemos perdido, incluso, podrían simbolizar el acto de transitar por la vida de principio a fin, para finalmente volver al origen. En un poema iluminador y sólo aparentemente sencillo, hoy, el genial Cavafis nos habla sobre la importancia de disfrutar el camino hacia nuestra propia Ítaca (cualquiera que ésta sea), pues el viaje es mucho más delicioso que la llegada al destino final.

El poema Ítaca pareciera estar dirigido al héroe Odiseo durante su regreso a casa (el camino del héroe que simbólicamente transitamos durante nuestra vida), pero en su precioso y universal lenguaje nos habla a todos por igual, y nos obsequia gentilmente un consejo que pareciera simple pero que frecuentemente obviamos, el consejo que hoy quiero regalarles.

Inmersos en una vida de prisas y efervescencias, de recompensas fáciles e instantáneas, es común olvidar que el camino, pensado también como cualquier clase de proceso, no solamente es lo que más puede enseñarnos, sino también lo más disfrutable. Ítaca, queridos colegas y amigos, “no tiene ya nada que darles”, por eso es mejor llegar ahí viejo, habiendo vivido aventuras y experiencias.

Los Cíclopes, los Lestrigones y la fiereza del dios Poseidón no aparecerán en su camino si mantienen un “pensamiento elevado”; los peligros sólo surgirán si los llevan dentro, si su alma los pone frente a ustedes.

¡Felicitaciones anticipadas! Les recibimos felices y de fiesta, en el puerto de una de tantas Ítacas que les esperan. ¡Nada, ni nadie les detiene!

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