EE. UU.: ¿protestas propalestinas en universidades amenazan la reelección de Joe Biden?

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Lo que comenzó hace unas semanas en la Universidad de Columbia, en Nueva York, como una protesta de estudiantes por las acciones de Israel en Gaza se ha transformado en todo un movimiento nacional, con ramificaciones internacionales, que está dividiendo a Estados Unidos y podría tener serias implicaciones políticas de cara a las elecciones presidenciales y legislativas de noviembre.

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De momento, las protestas, algunas de ellas violentas, se han expandido a más de 150 centros educativos y ha provocado el arresto de por lo menos 2.000 estudiantes.

Y aunque la mayoría han sido protestas relativamente pacíficas -incluso las detenciones-, otras sí han sido caóticas con imágenes de policías antimotines empleando gases lacrimógenos, bombas aturdidoras y hasta con bolillos para dispersar a los manifestantes. 

La policía monta guardia en el exterior del Instituto de Arte de Chicago después de que los estudiantes establecieran un campamento de protesta.

La policía monta guardia en el exterior del Instituto de Arte de Chicago después de que los estudiantes establecieran un campamento de protesta.

Foto:Getty Images via AFP

La situación, paralelo al juicio contra el expresidente republicano Donald Trump en una corte de Manhattan por el supuesto pago a una actriz porno para que guardara silencio sobre una relación extramarital, ha consumido el cubrimiento noticioso con ecos de las famosas manifestaciones de finales de la década de los 60, cuando estudiantes en estas mismas universidades desataron un movimiento de protesta similar contra la guerra de Vietnam.

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Si bien el contexto es diferente, los actores y las causas sí ofrecen paralelos. El origen de las marchas del 68 fue la decisión de imponer un reclutamiento forzoso de jóvenes para que prestaran servicio en el conflicto.

La gran cantidad de muertes (casi 60.000 estadounidenses perecieron durante la década que duró la participación de Estados Unidos) en un conflicto que se combatía del otro lado del planeta desató una fuerte oposición que fue creciendo con los años. Los estudiantes, aparte de rechazar el famoso “draft”, exigían que las universidades cortaran sus nexos con la industria militar.

Protestas propalestinas en la Universidad de Columbia.

Protestas propalestinas en la Universidad de Columbia.

Foto:Getty Images via AFP

Aunque en esta ocasión Estados Unidos no participa con tropas en el conflicto -una gran diferencia-, los manifestantes están enardecidos por la crisis humanitaria que ha causado la respuesta israelí a los atentados terroristas de Hamás el pasado 7 de octubre, cuando asesinaron a más de 1.200 personas. Asimismo, por el respaldo militar que le ha brindado Washington al gobierno de Israel, encabezado por el líder de derecha Benjamín Netanyahu.

Desde entonces, según autoridades en Gaza, la ofensiva de retaliación ha causado la muerte de unos 35.000 palestinos y ha dejado casi 100.000 personas heridas.

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Asimismo, como en el pasado, los estudiantes reclaman que sus centros educativos suspenden la colaboración con el estado judío, y dejen de recibir aportes de instituciones asociadas con Israel. Algo a lo que los centros educativos se niegan. Por el contrario, han elevado la retórica contra los estudiantes, a quienes -en algunos casos- amenazan con suspender o expulsar de las universidades.

Pero las protestas han desatado a su vez -como sucedió en los años de Vietnam- un debate mucho más profundo con toda una serie de aristas políticas.

Para los republicanos y muchos demócratas, las condenas contra Israel han estado acompañados con un tono "antisemita" y afecta los derechos no solo de los estudiantes de origen israelí sino de cientos de miles que no participan en las marchas y cuya vida universitaria se ha visto afectada por las manifestaciones.

De igual forma, en plena recta final de la campaña electoral, las imágenes están siendo usadas por la oposición para mostrar a un Estados Unidos fuera de control y en caos bajo el mandato de Joe Biden.

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Y el presidente, en cierto sentido, está contra la pared. 

Por un lado, el apoyo a Israel está minando el respaldo de los jóvenes del país y grupos de inmigrantes, dos sectores que necesita si quiere ganar las elecciones. De allí, por ejemplo, su endurecimiento contra Israel por las violaciones a los derechos humanos que se vienen reportando.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

Foto:EFE

Pero, al mismo tiempo, eso lo expone a fuertes críticas hasta entre los sectores más moderados de su propio partido.

Esta semana, de hecho, Biden habló por primera del tema indicando que, si bien el derecho a la protesta es constitutivo del ADN de los estadounidenses, existen límites que no se deben sobrepasar.

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"Todos hemos visto imágenes que ponen a prueba dos principios estadounidenses fundamentales. El primero es el derecho a la libertad de expresión y a que la gente se reúna pacíficamente y haga oír su voz. El segundo es el Estado de derecho. Ambos deben respetarse. Así que quiero ser claro La protesta violenta no está protegida, la protesta pacífica sí", dijo Biden.

Para el presidente, además, hay otro trasfondo igual de complejo y que diferencia el momento actual del que existió en la década de los sesenta.

El conflicto entre los estudiantes y sus críticos es más visceral y por eso se diferencia de lo que aconteció en el 68.

“El conflicto entre los estudiantes y sus críticos es más visceral y por eso se diferencia de lo que aconteció en el 68. Es la historia repitiéndose, pero en un territorio desconocido. Lo que tenemos aquí es a todo un grupo de personas que ven estas protestas como una extensión natural de la lucha por la justicia, y todo otro grupo de personas que ven esto como un ataque mortal contra ellos y su historia y tradición. Y eso hace que sea muy difícil de solucionar”, sostiene Mark Naison, profesor de historia en la universidad de Fordham y quien hizo parte del movimiento estudiantil de hace 5 décadas.

Además, afirma Naison, si bien las protestas estudiantiles tienen su nicho de respaldo, no es uno que se extiende al resto de la población.

“No fuimos populares en este entonces, pese a que se logró mucho, y no creo que lo sean ahora. Lo que sí pasó hace 5 décadas es que contribuimos a que el país se volviera más de derecha”, añade el analista.

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Más de 30.000 personas han muerto por el conflicto en Gaza, que comenzó el pasado octubre.

Más de 35.000 personas han muerto por el conflicto en Gaza, que comenzó el pasado octubre.

Foto:Getty Images

Y es allí donde yace la encrucijada de Biden. No solo puede perder el apoyo de la gente joven en las elecciones -no van a votar por Trump, pero puede que tampoco lo respalden-.

A la vez, el deterioro del orden público -si las marchas siguen creciendo y se salen de control- puede alimentar una narrativa de caos que beneficiaría a su gran rival.

Muchos dicen, por ejemplo, que el caos que se desató ese abril del 68 -curiosamente coincide con las fechas actuales- le terminó costando la Casa Blanca a los demócratas luego de las violentas marchas que se desataron durante la Convención del partido en Chicago, donde se nominó a Hubert Humphrey para las presidenciales.

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Imágenes que fueron explotadas por Richard Nixon, el candidato republicano, para presentarse como una alternativa para el orden y la estabilidad.

Un recuerdo que, sin lugar a dudas, le debe estar causando desvelo al actual mandatario.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington

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