Daniel Kahneman: los legados del fallecido Nóbel de Economía

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A veces las personas no son tan racionales como se espera. Es el mensaje que dejan las indagaciones de personas como Daniel Kahneman, el psicólogo ganador del premio Nobel de Economía del 2002, quien murió este viernes a los 90 años.

La importancia de sus hallazgos, junto con los de Vernon Smith (nacido en 1927, y con quien compartió el galardón) y otros intelectos es que desde la segunda parte del siglo XX han contribuido a que el conocimiento sobre la economía vaya abandonando la fe ciega en que las personas, las familias, las empresas o las comunidades toman decisiones simplemente en aquello que se llamó la racionalidad: buscar el máximo beneficio para mí, al menor costo, lo más pronto posible, dados ciertos recursos y limitaciones.

Esa era la principal ‘marca genética’ del Homo económicus, un personaje más bien teatral sobre el que se fue formando la disciplina de la Economía. Pero cuando las herramientas para conocer la realidad fueron permitiéndolo, los economistas en sus estudios observaron el comportamiento real de las personas, y encontraron que hay quienes actúan con ‘irracionalidad’. Desde la perspectiva tradicional, por ejemplo, es ‘irracional’ ofrecer a un trabajador un salario que suene generoso, rechazar mercancías más baratas (pero que se sabe que para producirlas se hace daño al ambiente) o incurrir en costos que pueden traer beneficios a otras personas que no están pagando por ellos.

En el país se han visto conductas como los pagos adicionales sobre los impuestos que fueron un éxito cuando Antanas Mockus fue alcalde de Bogotá, o por estos días la plata que ciudadanos entregan para una colecta incierta por las carreteras de Antioquia. Conductas que se pueden calificar de 'irracionales'pero que se presentan. 

Pero la contribución de indagaciones como las de Kahneman a la Economía ha sido el demostrar la necesidad de ir más allá de la fría racionalidad para entender porqué la gente toma decisiones que desde un punto de vista tradicional se veían como absurdas.

Han encontrado que en el comportamiento económico de individuos de carne y hueso pueden ser importantes la ética, la solidaridad o la justicia.

Investigadores como Kahneman y Smith; los Nóbel de 1994 Reinhard Selten (1930-2016), John Harsanyi (1920-2000) y John Forbes Nash (1928-2015, ¿recuerdan la película ‘Una mente brillante’?), o el Nóbel de 1998 Amartya Sen (1933) han encontrado que en el comportamiento económico de individuos de carne y hueso pueden ser importantes la ética, la solidaridad o la justicia.

Los laureados del 2002, Kahneman y Smith contribuyen profundamente a explicar el comportamiento económico de los seres humanos, a una aproximación real más allá del guión del Homo económicus. Y también a consolidar la revelación de que la economía puede ser una disciplina experimental. Con el tiempo, experimentos de laboratorio han sido herramienta para conocer aspectos psicológicos que están tras el comportamiento económico.

Kahneman permitió descubrir las razones por las cuales las personas tienden a tomar costosos seguros para sus utensilios; por qué las personas están dispuestas a conducir muy lejos para obtener un mínimo descuento en una pequeña compra, pero no quieren manejar lo mismo para ahorrar una cantidad igual en una compra grande, o por qué se resisten a bajar su consumo cuando hay malas noticias sobre sus ingresos del futuro.

¿Quién es el conejillo de indias de la Economía?

Se podría creer que lo que hacen ciertos gobernantes cuando ponen en práctica sus iniciativas económicas son experimentos en los que sus pueblos son los conejillos de Indias. Por ejemplo, ¿qué pasaría si en Colombia se emitiera dinero sin respaldo como se sugiere de vez en cuando? La única forma de saber si efectivamente se desencadenarán las nefastas consecuencias que advierten quienes se oponen es haciendo el experimento ¡Y el experimento se ha hecho múltiples veces! Como en Zimbabue, o recientemente en Venezuela o Argentina.

En 2013, Kahneman fue condecorado por el presidente Barack Obama con la medalla de la Libertad.

En 2013, Kahneman fue condecorado por el presidente Barack Obama con la medalla de la Libertad.

Foto:AFP

La historia también muestra otros casos en los que se hicieron pruebas con poblaciones enteras, como la sociedad nueva que intentó en Indochina Ho Chi Min, o lo que aún sucede en Corea del Norte. Sin ir tan lejos geográficamente, el régimen de Venezuela que instauró Hugo Chávez desde 1999, con un intento de poner en práctica un modelo distinto a los predominantes, que pudo ser una experiencia deseable desde el punto de vista de la curiosidad académica, pero quién sabe qué tanto, desde el punto de vista de quienes siguen soportando en carne propia sus consecuencias.

Montar un experimento con una sociedad entera puede ser esparcimiento de políticos, pero si se trata de estudiosos de la economía, restringen sus pruebas al laboratorio y su alcance tiene que ver con el conocimiento de la manera como se comportan individuos y no las sociedades como un todo.

Economía en el laboratorio

Por ejemplo, los primeros experimentos de laboratorio que hizo Smith buscaban ver si en caso de que existieran condiciones de competencia perfecta, es decir que ningún comprador o vendedor puede influir en el mercado, los precios se formaban como lo suponía la teoría. La observación debía hacerse en el laboratorio, pues las condiciones de competencia perfecta no existen en la realidad en este mundo plagado de monopolios y de carteles. Para ese fin, Smith consiguió un grupo de personas y asignó a cada uno, y al azar, el papel de comprador o de vendedor.

A cada comprador se le daba un precio máximo que estaba dispuesto a pagar y a cada vendedor, un precio mínimo que estaba dispuesto a aceptar. Sorprendentemente, el precio que terminó equilibrando la oferta con la demanda en este mercado de laboratorio fue muy parecido al que indicaba la teoría, a pesar de que ni compradores ni vendedores sabían los precios mínimos y máximos que estaban dispuestos a aceptar los demás.

A partir de esta experiencia sencilla que se llevó a cabo hace más de 60 años, fue llevando a cabo pruebas más complejas que permiten predecir, por ejemplo, cuando se va a subastar una licencia de telecomunicaciones, qué tipo de subasta podría garantizarle un mejor negocio al gobierno vendedor. De hecho, Smith fue asesor de los gobiernos de Australia y Nueva Zelanda en procesos de privatización.

Hay dimensiones profundas sobre las que hay mayor dificultad para traducirlas en indicadores que se expresen con números, como la ética, el sentido de equidad, de confianza, respeto, justicia, reciprocidad o solidaridad.

Contribuciones como las de Smith y Kahneman permiten una mejor comprensión y previsibilidad de las conductas reales, pero también ponen de presente las amplios márgenes de incertidumbre en las decisiones de las personas. Recuerdan que la Economía, como disciplina, no es del clan de las ciencias exactas sino que habita en el vecindario de los conocimientos sociales.

Para afinar su utilidad, debe estimar el alcance y la limitación de los mensajes que provienen de los modelos econométricos y complementar sus análisis con enfoques provenientes de otros campos humanos, como el de la psicología, que es el caso de Kahneman.

Hay dimensiones profundas sobre las que hay mayor dificultad para traducirlas en indicadores que se expresen con números, como la ética, el sentido de equidad, de confianza, respeto, justicia, reciprocidad o solidaridad. Para actuar, el Homo económicus puede combinar mente con corazón y alma. Sus comportamientos no son previsibles solo a la luz de la ‘racionalidad’. Quien interprete a este personaje debería aprenderse un libreto con más carácter y complejidad psicológica.

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