Begoña Gómez, ¿el talón de Aquiles del presidente de España, Pedro Sánchez?

En un sorpresivo anuncio que levantó una tormenta política en España, el presidente Pedro Sánchez comunicó que se tomaría unos días de calma y reflexión durante este fin de semana. En una sorprendente carta dirigida a todos los ciudadanos españoles, el miércoles pasado explicó a la ciudadanía que se disponía a entrar en un periodo de meditación sobre su continuidad como jefe de Gobierno.

La razón que adujo fue la apertura de una investigación judicial contra su esposa, Begoña Gómez, por tráfico de influencias y corrupción de negocios. Sánchez, sin embargo, aprovechó la carta para señalar que se trata de una persecución política desde la derecha, en alusión al Partido Popular (PP) y Vox, partidos opositores al gobierno.

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En la misiva, donde declara fervientemente estar enamorado de su pareja, y cuya decisión de redactarla la tomó en solitario y sin consultarle a su entorno político, asegura que son “ataques sin precedentes” contra su esposa. “Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este honor”. De momento, Sánchez anunció que tendrá una respuesta para mañana lunes.

El inédito anuncio que hizo Sánchez se dio luego de que un juzgado de Madrid admitió a trámite la denuncia presentada contra Gómez, la cual fue presentada por Manos Limpias, una organización dedicada desde hace tiempo a buscar que los corruptos sean castigados por la ley. El gobierno considera que se trata de un organismo vinculado a la extrema derecha y, aunque se ha llevado varios chascos en sus constantes quejas, también ha logrado obtener triunfos importantes en contra de la corrupción.

Manos Limpias participó activamente en el caso Noós, abierto contra Iñaki Urdangarin y su esposa Cristina de Borbón, hija del rey Juan Carlos y hermana del rey Felipe VI. Logró sentar a la infanta en el banquillo y celebró por lo alto la sentencia judicial de cinco años y diez meses de prisión a Urdangarin por delitos fiscales, de malversación, prevaricación, fraude a la administración y tráfico de influencias.

El meollo de la denuncia contra la esposa de Sánchez tomó cuerpo hace unas semanas cuando Alberto Núñez Feijóo, líder de la oposición y cabeza del PP, precisó: “La mujer del presidente tendrá que dar cuentas de sus actividades empresariales y económicas que consigue posteriormente a ser la mujer del presidente. Pero el problema es el conflicto de intereses de su marido”. Se refería préstamos y ayudas públicas concedidos por el gobierno a tres empresas vinculadas a los centros de estudios donde ha trabajado Gómez.

En concreto, el magistrado Juan Carlos Peinado acordó la apertura de diligencias por las vinculaciones de la esposa de Sánchez con un empresario que había recibido contratos de la administración por más de 10 millones de euros.

El empresario es Carlos Barrabés, cuya consultora obtuvo en 2020 y 2021 tres adjudicaciones del organismo público Red.es, que depende del Ministerio de Economía. Begoña Gómez dio por escrito su aval a la empresa. Ella, además, es codirectora del Máster en Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense, impulsado por Barrabés.

Aunque la fiscalía provincial de Madrid solicitó archivar la investigación del juez Peinado contra Begoña Gómez porque no encuentra indicios de delito que justifiquen la puesta en marcha de un proceso penal, el juez continúa las investigaciones. Sin embargo, el secretario general de Manos Limpias, Miguel Bernad, admitió que su acción se basó en informaciones periodísticas, de cuya veracidad o no serán responsables quienes las publicaron.

También entra en juego una denuncia que el PP presentó en marzo ante la Oficina de Conflicto de Intereses para determinar si Sánchez se debía haber abstenido de asistir a los consejos de ministros donde se tomaron decisiones relacionadas con Globalia. Señaló que este grupo se vio beneficiado en cuestiones como un fondo de solvencia concedido a Air Auropa en noviembre de 2020.

De acuerdo con el PP, "está acreditado que Air Europa financió la cátedra universitaria de la pareja del presidente del Gobierno desde apenas un mes después de que Pedro Sánchez llegara al Palacio de la Moncloa".

Mientras los ciudadanos esperan la respuesta que Sánchez dará mañana, se barajan los posibles escenarios. Hay varias alternativas: que se someta a una cuestión de confianza o que, en efecto, renuncie.

En el primer caso, continuaría con su mandato, pero saldría reforzado dentro del propio partido. La cuestión de confianza es una herramienta cuyo trámite es similar al de la investidura en España. Según la Constitución, “previa deliberación del Consejo de Ministros, plantea la cuestión de confianza a la Cámara sobre su programa o sobre una declaración política”. Luego se somete a votación en el Congreso, donde debe obtener una mayoría simple.

En ese sentido, Federico Santi, analista de Eurasia Group, le dijo a la agencia Bloomberg que efectivamente Sánchez podría estar aprovechando la oportunidad para desencadenar una moción que refuerce su mandato en el Parlamento.

Solo se ha recurrido a una cuestión de confianza dos veces en la democracia española: durante el mandato de Adolfo Suárez, en 1980, y durante el de Felipe González, en 1990. En ambos casos se trató de buscar aval para sus políticas de gobierno. Y lo obtuvieron.

Si Sánchez renuncia, tendría que gobernar un presidente de manera interina hasta que se produzca una nueva investidura, lo que no puede suceder antes del 29 de mayo, un año después de que se fijaron las últimas.

Roberto García Alonso, profesor asociado de la Universidad de La Sabana e Investigador Distinguido de la Universidad de Salamanca, en España, le dijo a EL TIEMPO que la posibilidad de que Pedro Sánchez renuncie a la presidencia del gobierno español depende de múltiples factores.

"Históricamente, la dimisión de un líder político bajo circunstancias similares no es común, pero no es imposible dependiendo de los posibles desarrollos legales del caso en cuestión y en qué medida afecte su favorabilidad en la opinión pública", explica.

García asegura que si Sánchez opta finalmente por dejar el liderazgo del Ejecutivo tendrá que presentar su dimisión formal ante el rey Felipe VI, el jefe de Estado en España. "Aunque la renuncia se presenta, es el rey quien formalmente debe aceptarla, si bien esto es mayormente una formalidad", explica.

En ese caso, todo el gabinete continuaría en funciones hasta que se nombre un nuevo presidente del Gobierno. Ello significa que el Ejecutivo estaría limitado en sus atribuciones, sin capacidad para legislar, y sería responsabilidad del Congreso elegir a un nuevo presidente en un procedimiento idéntico al de las investiduras que se celebran tras unas elecciones generales.

Lo cierto es que, durante su carrera, Sánchez ha demostrado fortaleza contra los golpes y un apego irrefrenable al poder. Ha sorteado todos los obstáculos para llegar y permanecer en la presidencia.

La suspicacia, por tanto, no tardó en aparecer. Muchos creen que se trataría de una nueva jugada de un hombre que se ha caracterizado por ser un brillante estratega político.

Según algunos opositores, pretende revalidar su posición política como presidente y, a partir de querer convertirse en víctima, aglutinar a todo su partido —el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)— a su alrededor. Para otros, se trata de una iniciativa para situar la política por encima de la justicia y restarles credibilidad a las acusaciones contra su esposa.

Quienes lo defienden, sin embargo, creen que se ha pasado una línea a involucrar a su esposa. El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, por ejemplo, habla de un “ataque permanente” y de la “insidia” del PP. Instó a la ciudadanía a movilizaciones e reiteró en que “hay que arroparlo y apoyarlo”.

Se han producido, en efecto, varias manifestaciones tanto a favor como en contra de Sánchez. Mientras él se refugia para meditar, la política española convulsiona.

Los líderes de la izquierda y la cúpula de su partido se muestran de su lado en su totalidad, sin fisuras, y han enviado todo tipo de mensajes públicos y privados para intentar que Sánchez no renuncie y continúe al frente de una presidencia a la que aún le restan tres años.

La política española permanece por ahora en suspenso, mientras el presidente toma la decisión de si continúa en el cargo o dimite, con las consecuencias derivadas de esta opción, cuando falta poco tiempo para la celebración de las elecciones regionales en Cataluña (12 de mayo) y las europeas.

​JUANITA SAMPER - CORRESPONSAL DE EL TIEMPO - MADRID
ANGIE RUIZ - REDACCIÓN INTERNACIONAL - EL TIEMPO