Algarabía, toque de tambor y ofensas impiden discusión del Plan de Desarrollo de Santa Marta

En las últimas elecciones, la corporación edilicia se renovó con varios nombres nuevos, además de algunos miembros que fueron reelegidos. Se esperaba que esta combinación fuera beneficiosa para los intereses de la ciudad.

Sin embargo, durante este primer año, el recinto samario ha sido escenario de disputas y ofensas entre sus integrantes, quienes han traspasado la barrera del debate con confrontaciones ofensivas e innecesarias.

En la mañana del miércoles, Miguel Martínez, uno de los más polémicos por sus intervenciones fuertes y sin tapujos, interrumpió la sesión con una algarabía a manera de protesta porque, según él, se le negaba el uso de la palabra por inconformidades que tenía con algunos aspectos del Plan de Desarrollo de Santa Marta que se discutía.

Martínez, de un momento a otro, comenzó a tocar tambor en su escritorio, mientras señalaba que si se le negaba su derecho a hablar, tampoco dejaría que los demás lo hicieran.

Esta acción llevó a que otros concejales, como el presidente de la sesión primera, Juan Carlos Esmeral, dejaran de lado el tema en debate y lanzara ofensas en doble sentido a Martínez.

"Al señor Miguel Martínez le gusta tocar el órgano", indicó Esmeral, ante lo cual su colega le dijo que lo respetara, aduciendo que "yo no soy estúpido y sé perfectamente que usted se refería al órgano sexual, ese mismo que usted tuvo que agarrar para que le financiaran la campaña".

El enfrentamiento verbal entre ambos continuó, llamando Esmeral "payaso" a Martínez y este le replicó tratándolo de "cacorro".

Esta vergonzosa situación ocurrió en presencia de funcionarios de la Alcaldía de Santa Marta, incluyendo al secretario de Cultura Distrital, Darío Linero, el director del Indetur, José Domingo Dávila, y el secretario de Educación encargado, Robert Reyes.

Martínez afirmó que no se le permitía hablar debido a sus críticas sobre las facultades solicitadas en el plan de desarrollo.

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Según él, estas facultades deberían ser pedidas independientemente en otros proyectos de acuerdo. "El plan de desarrollo debería plantearse como una hoja de ruta, no una excusa para solicitar facultades sin justificación", declaró.

El concejal Miguel Martínez, al conseguir el uso de la palabra, criticó a varios de sus colegas llamándolos "arrodillados de la Administración". Ante esto, el presidente del concejo, José Mozo, le pidió respeto por sus colegas.

La confrontación finalmente llevó a la terminación abrupta de la sesión, con el concejal Mozo lamentando lo ocurrido y haciendo un llamado a la cordura a sus compañeros, cuyo comportamiento refleja mal en toda la corporación. "Por favor, que esto no vuelva a suceder", sentenció José Mozo.

En días pasados, Miguel Martínez criticó la manera en que se planteó el Plan de Desarrollo de Santa Marta, calificándolo como "escueto y vacío", llegando incluso a decir que parecía estructurado para ejecutarse en Chibolo, un municipio pequeño del departamento de Magdalena con una población muy reducida en comparación con Santa Marta.

El concejal expresó su incredulidad ante el hecho de que, a pesar de contar con tantos asesores y funcionarios con altos salarios y capacidad técnica, la alcaldía haya elaborado "esta grosería".

Martínez argumentó que el documento, que consta de más de 10 mil palabras, muestra una falta de conocimiento y sentido de pertenencia con la ciudad. Además, señaló la ausencia de menciones a grupos vulnerables como los indigentes, los mototaxistas, los habitantes de los cerros y los vendedores ambulantes, así como temas cruciales como el manejo del botadero de basura y la planta de tratamiento de aguas residuales.

Asimismo, Martínez criticó que el plan no esté acorde con el hecho de que la ciudad cumplirá 500 años. "No me van a contar cuentos de obras de 500 años, porque en un año no se hacen obras, y los 500 años son en 2025", afirmó.