Adiós a Rodrigo Pardo, el académico y periodista que se extravió en la política

hace 2 meses 10

Fue un auténtico placer conversar con Rodrigo Pardo García-Peña (Bogotá, 15 de noviembre de 1958 - Bogotá, 19 de febrero de 2024). Siempre amable, de fino humor, respetuoso y sin que le pesara nada de los años vividos ni siquiera el estremecimiento del tumor maligno que le hallaron en la cabeza en 2018.

(Puede ver: Atención: murió el excanciller y periodista Rodrigo Pardo)

Aunque sí. Fruncía el ceño cuando se le recordaba que fue protagonista del proceso 8.000, el caso judicial que investigó el ingreso de dineros de la mafia del cartel de Cali a la campaña de Ernesto Samper Pizano, de la que él formó parte y de cuyo gobierno fue su canciller y embajador en Francia.

¿En qué momentos un tipo tan sosegado terminó involucrado en semejante terremoto? Él mismo contaba que no sabía cómo. Recordaba, eso sí, que había estudiado el bachillerato en el Gimnasio Moderno, economía en la Universidad de los Andes y un MA en Relaciones Internacionales en la Universidad Johns Hopkins, SAIS, en Washington.

Rodrigo Pardo


Allí estaba cómodo, aunque sentía que debía probar en el periodismo, una profesión que llevaba en la sangre pues era nieto de Roberto García-Peña y primo de Roberto Posada García-Peña, dos de las firmas que forman parte de la historia de EL TIEMPO. De hecho, a esta casa editorial llegó como editor general del periódico el primero de abril de 2002. Aquí también fue columnista, y luego director de la revista Cambio, en la que destapó el escándalo de Agro Ingreso Seguro.

(Además: Periodistas y líderes políticos lamentan la muerte del excanciller Rodrigo Pardo)

En este oficio también fue director de El Espectador, de la revista Semana, del Canal RCN TV y analista de RCN Radio, entre otros cargos. “En el periodismo siempre he sido feliz”, decía. “Gran pérdida para el periodismo, para la academia y para la política internacional. El mejor ejemplo de la decencia y la reflexión en todos los campos”, escribió ayer Gonzalo Sánchez, profesor emérito de la Universidad Nacional y primer director del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Con estos galones, ¿por qué la política? Empezó como consejero presidencial del presidente Virgilio Barco en asuntos internacionales, pasó a ser viceministro de Relaciones Exteriores de César Gaviria; luego, embajador en Venezuela y canciller de Samper.

Rodrigo Pardo

El periodista y exministro Rodrigo Pardo. Foto Andrea Moreno. El Tiempo

Foto:

Andrea Moreno. El Tiempo

La vida plácida de los libros y el debate intelectual quedó atrás porque aún no se había posesionado cuando explotó el escándalo del ingreso de al menos 6 millones de dólares que el narcotráfico entregó en cajas cubiertas con papel fucsia, un dinero manchado que sirvió para derrotar a Andrés Pastrana.

La historia cuenta que el tesorero de la campaña, Santiago Medina, amenazó con revelar toda la verdad si no le daban a cambio una embajada. “Después de las elecciones, Medina, de ida para el aeropuerto a unas vacaciones en Italia, me dijo algo que me dejó totalmente perplejo. Ya se había anunciado que yo sería canciller, y me dijo que él quería irse de embajador a España, porque era la única sede diplomática en Europa que era equivalente en tamaño y calidad a su casa en Bogotá. (¡al castillete que él tenía sobre la carrera novena con 87!). A mí me pareció un exabrupto total”, le contó Pardo a la periodista María Isabel Rueda en una entrevista en la que reafirmó su inocencia y su desconocimiento del tema.

(Además: Adiós a Rodrigo Pardo: esta fue su última entrevista en la revista Bocas)

“Yo recibí dos bendiciones del destino. Una, que mis funciones no tenían nada que ver con la contratación ni con la financiación, como dijo (Fernando) Botero. Y dos, que cuando detuvieron a Medina y Samper hizo el famoso discurso de que “fue a mis espaldas”, yo estaba de vacaciones por fuera. Tuve que mostrarle a la Fiscalía las fechas estampadas en el pasaporte en las que estuve viajando, porque una de las acusaciones que me hacía Botero en la época era la de que yo había participado en una reunión en el Palacio de Nariño a oscuras, para diseñar una operación de encubrimiento. Yo no estaba en el país ese día. Esa fue la misma reunión que mencionó ahora Botero, pero no diciendo que yo estaba, sino solamente él y Samper”.
Cuando fue absuelto, Pardo reveló: “Fue como quitarme un piano de encima”. En efecto, tras liberarse de ese peso, volvió al espacio en donde se acomodaba mejor: el periodismo. “Los políticos son de otra especie”, decía.

Y contaba las noches en vela y los momentos intensos que tuvo que pasar al frente de una cancillería que debió frenar en seco en un par de ocasiones a los excesos de Estados Unidos. Ahí están las crónicas de sus enfrentamientos con el embajador Myles Frechette y el subsecretario de Estado para Asuntos de Narcóticos, Robert Gelbard.

Eso quedó atrás. Y regresó al análisis de los hechos, campo en el que era considerado uno de los mejores. En el momento cúspide de su carrera le llegó el resultado de unos exámenes tan demoledores que, sin embargo, no le quitaron el buen humor.

Eso quedó en evidencia en la entrevista que Gustavo Gómez Córdoba les hizo en la revista Bocas a él y a su amigo Rafael Pardo. Ambos bogotanos de tradición, intelectualmente inquietos y separados por sus gustos futbolísticos. “Soy absolutamente antisantafereño. Me gusta Millonarios, lo quiero, lo sigo permanentemente y veo sus partidos. No hay un lunes en el que no sepa cómo jugó el equipo”, contó.


(Además: Adiós a Rodrigo Pardo)

En la charla habló de su enfermedad. “Por alguna razón que no acabo de entender, olvido frecuentemente todos los detalles sobre lo que me pasó. Margarita, mi novia, siempre me dice que le planteo las mismas preguntas sobre detalles del tratamiento. Sinceramente no lo hago por el ánimo de repetir, sino porque se me olvida. Uno desarrolla una especie de actitud de defensa que se traduce en borrar. Noto la molestia de ella y de mis hijos. Ese “¿para qué nos vuelves a preguntar lo mismo?”, pero me pasa a diario”.

¿Qué extrañan de su vida antes de los problemas de salud?, le preguntó Gómez Córdoba: “Correr. Fui maratonista. Corrí catorce maratones completas, y cada maratón tiene detrás igual número de medias maratones y carreras de diez kilómetros, cuatro o cinco veces por semana. Extraño no poder correr. Ahora solo puedo caminar en el parque de al lado de mi apartamento. En una época eché de menos el vino, pero ahora lo tomo. Sigo en esa cultura un poco extraña de los colombianos, que tomamos vino en ocasiones especiales. En otros países el vino es simplemente la compañía de la comida”.

Rodrigo Pardo

Rodrigo Pardo, periodista y exministro, posa mostrando su fanatismo por Millonarios en enero 11 de 2013. Foto Andrea Moreno. El Tiempo

Foto:

Andrea Moreno. El Tiempo


Y de esos accidentes que le recuerdan lo poderosamente vulnerable que es el ser humano. “Estaba caminando en el parque El Virrey, aprovechando en ese entonces una baja en las restricciones del covid, cuando me atropelló un domiciliario. Estaba entrando a casa y me golpeó por detrás. Me di un golpe terrible en la cabeza, con hematoma cerebral, y me tuvieron que operar de nuevo”.

Y a pesar de las dificultades y de todas las tragedias que relató en este país de tragedias, mostró lo que siempre fue, un optimista, un hombre que no dejó de soñar con un país mejor: “Estamos en un buen momento, al menos mejor que la mayoría de los que hemos vivido. Le daría margen a ver cómo evoluciona la Colombia del gobierno de Petro”, decía.(También: Cancillería tendrá un libro de condolencias en su sede para despedir a Rodrigo Pardo)

Y al final de las tardes ponía su canción favorita, Retrato, en la voz de Joan Manuel Serrat y con letra del poeta Antonio Machado: “Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, / pero mi verso brota de manantial sereno; / y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,/ soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”.

Read Entire Article