‘La Constitución del 91 es un punto sobre el que podemos seguir construyendo’: monseñor Francisco Javier Múnera, nuevo presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia

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Reunidos en la CXVII Asamblea Plenaria, los obispos colombianos eligieron a las directivas que guiarán los caminos de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) los próximos tres años. En reemplazo del cardenal Luis José Rueda Aparicio, fue nombrado como presidente monseñor Francisco Javier Múnera Correa, arzobispo de Cartagena, oriundo de Copacabana, Antioquia, quien en su carrera eclesial se ha destacado, entre otras cosas, por ser el primer obispo que tuvo San Vicente del Caguán, al ser elevada esta iglesia a diócesis en 2019.

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Monseñor Múnera habló con EL TIEMPO sobre este nuevo cargo, los destinos de la Iglesia colombiana y la posición de esta institución frente a temas fundamentales de nuestro país, como la gestión del Gobierno y los diálogos de paz, en los que la CEC participa como acompañante.

¿Para usted cuáles son los temas prioritarios que debe enfrentar la Conferencia Episcopal los próximos tres años?

Nosotros tenemos unos temas internos siempre, que son los que, en modo especial, va marcando también la sintonía con el Papa: el camino sinodal que concluye este año y también el jubileo de la esperanza. Son dos grandes escenarios, horizontes al interior de nuestra Iglesia, del trabajo de todas y cada una de nuestras jurisdicciones. Por otra parte, a nivel externo, aportar al país en este momento tan importante precisamente a la construcción de la paz, a la promoción, defensa y cuidado de la vida y sobre todo al fortalecimiento de la institucionalidad. Yo le apostaría a esos tres niveles en lo que venimos haciendo. Por lo tanto, es fortalecer esa acción a la que desde tiempo atrás la Iglesia le viene aportando con énfasis en cada trienio, y también cada estilo personal modula algunos aspectos.

¿Cuál es su visión de la situación actual en el país?

Creo que el país viene atravesando un momento particular de crisis, pero positiva. Las crisis también son son oportunidades muy grandes para crecer. Entonces yo veo que podríamos tener dos miradas, una de pesimismo, de desencanto, de frustración, pero también tener una mirada de descubrir las oportunidades, valorando la potencialidad que tiene el país, que tenemos las personas, las instituciones, todos los sectores sociales. Entonces creo que si logramos sintonizar, crear un escenario de menor polarización y de búsqueda de lo que tanto anhelamos, el proyecto común de nación, creo que podemos ir afrontándolas conjuntamente.

¿Es una preocupación para la Iglesia la polarización en Colombia?

Creo que la polarización, las conflictividades, son un tema y un aspecto necesario y de toda sociedad, porque es buscar cómo convergen los distintos intereses particulares. Ahora, cómo lo resolvemos es el punto fundamental. Si está claro un horizonte de la búsqueda del bien común, primero que todo, y segundo, que nunca sea a través de los medios violentos, nunca sea a través del considerar al que tiene esta manera de pensar y de ver las cosas como un enemigo al cual hay que eliminar. Entonces yo creo que allí es donde tenemos que ir creando una pedagogía de convivencia política, ciudadana, que nos permita levantar el nivel de confrontación a veces demasiado violenta y agresiva que tenemos entre nosotros.

¿Cómo ve la gestión del Gobierno?

Creo que está haciendo esfuerzos muy grandes, como todo gobierno, intentando ser coherente con su propuesta. Todavía no es tiempo suficiente para evaluar sus resultados, pero hay que apoyarlo y acompañarlo en todo aquello que está orientado a mejorar también las condiciones de vida de nuestra población, y ayudarle también con la crítica constructiva que tenemos que generar, espacios de mutua escucha. El Gobierno debe escuchar más a todos los sectores del país y la sociedad, y también nosotros como sociedad, como institucionalidad, debemos encontrar los canales para que se generen estos mejores consensos que tanto se necesitan, sobre todo en esta segunda etapa que tiene el Gobierno por delante.

¿Les preocupa desde la Iglesia las voces que han hablado de la posibilidad de convocar una Asamblea Constituyente?

Nosotros estamos atentos a todas las inquietudes, preocupaciones y voces. En este momento consideramos que un punto importante sobre el cual podemos seguir construyendo es la Constitución del 91, con las distintas reformas que ha habido. Creo que es un buen punto de partida. Luego esas ya son discusiones que el país irá haciendo y bueno, también nosotros nos iremos implicando en su momento.

Nueva directiva de la Conferencia Episcopal de Colombia.

Monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, vicepresidente; monseñor Francisco Javier Múnera Correa, presidente; y monseñor Germán Medina Acosta, secretario general de la CEC.

Foto:CEC

¿Cuál es su opinión sobre las negociaciones con el Eln y con los demás actores armados en el país?

Siempre la Conferencia Episcopal, en todas sus etapas, le ha apostado a la paz y al diálogo como camino. Por lo tanto, la CEC continúa ofreciendo todas sus instancias, también su reserva moral y espiritual, el magisterio que tenemos, toda nuestra nuestra visión de la persona humana y de la sociedad que nos permite sobre todo la doctrina social de la Iglesia, el magisterio de los papas, para aportar a esta construcción común con todos los demás actores de la sociedad colombiana. Estamos dispuestos a encontrar escenarios donde podamos acercar siempre, cada vez más las distintas orillas.

Precisamente, usted acaba de sostener el miércoles una reunión con algunos de los negociadores del Gobierno, entre ellos el Alto Comisionado para la Paz, Otty Patiño. ¿De qué se trató este encuentro?

Precisamente fue una muy buena inducción para la nueva presidencia de la Conferencia Episcopal. Estuvo presente un buen grupo de los obispos que están implicados en las regiones donde está teniendo lugar un cierto incremento del conflicto y, por otro lado, también pudimos reconocer que hay espacios territoriales que están generando también signos de esperanza. Hay ocasiones donde tal vez nos enfocamos más sobre el impacto que tiene la violencia y es más difícil reconocer los esfuerzos que se están haciendo por construir también espacios territoriales para la paz.

Usted ha sido obispo en una zona de conflicto como San Vicente del Caguán, ¿cómo ve el recrudecimiento de la violencia en esas regiones?

Bueno, precisamente eso es parte de todo este análisis que se hace. Por supuesto que hay que reconocerle a todos los gobiernos los esfuerzos y a los actores que se han sentado en las mesas, en los distintos acuerdos. Ciertamente quedan muchos aspectos por resolver y desafortunadamente no siempre se logra implementar lo acordado y esto unido a otros factores, puede generar nuevas conflictividades que dan la sensación de que no se ha avanzado. Sin embargo, creo que como sociedad tenemos que seguir creyendo y apostándole a que la paz es posible.

¿Cómo va a ser el empalme desde la nueva presidencia con el Vaticano?

Con el Vaticano, más que empalme, es mantener a través de la nunciatura y de los distintos organismos que la Santa Sede tiene, esa comunicación fluida, sobre todo con el Papa. Nuestra comunión es con él y con todo lo que la Iglesia universal está trabajando en este momento. El tema de la sinodalidad y el jubileo de la esperanza son dos grandes horizontes que nos van a permitir también darle un gran aliento a nuestro trabajo evangelizador en el país.

¿Cómo ve la gestión del papa Francisco?

Muy significativa. Yo creo que hay un liderazgo moral y espiritual muy grande. El papa tiene una capacidad extraordinaria de convocatoria. Pensar por ejemplo, que en el estadio de Roma convocó una multitud de niños para hablarles de la fe, de los valores y para orar y pensar en el sufrimiento de los niños y de los países que están en la guerra, Ucrania, Rusia, Palestina, Israel y tantos otros conflictos. El papa tiene una capacidad extraordinaria, es el gran abuelo que logra transmitir los tesoros más grandes de la fe, de los valores espirituales y religiosos en una inmensa sintonía con todos los líderes y con todos los sectores de la humanidad. Eso nos da un gran ejemplo y una gran inspiración.

Foto:Getty Images

¿Cómo planean avanzar en los procesos de investigación de los casos de pederastia en Colombia?

Lo más importante que hemos asumido es realmente trabajar a fondo la Cultura del Cuidado de todas las personas y especialmente de las más frágiles y vulnerables. Esto es un trabajo enorme que ya ha venido construyendo la Iglesia a nivel universal y también nuestra Conferencia Episcopal. En segundo lugar, venimos también tomando conciencia de la importancia de estar cercanos a todas las personas que han sido afectadas por hechos que tenemos que reconocer, pero también tenemos que ser muy conscientes de que en todo esto tenemos que respetar la dignidad de todas las personas. Así confluyen distintos derechos, hay derechos a la información, pero hay los derechos también de las personas, derecho a la presunción de inocencia y creo que todo esto lo tenemos que trabajar conjuntamente y acompañar igualmente a las personas que hayan podido afectar con debilidades, fragilidades, delitos. A eso tenemos que darle una mirada mucho más completa, no nos podemos parcializar en eso.

¿Cuál es su opinión sobre el reconocimiento del matrimonio homosexual?

Nosotros ante todo respetamos las opciones de las personas. Ahora, nosotros desde la posición de Iglesia tenemos el proyecto de Dios, que es el que nos da la antropología, que nos regala la sagrada escritura y toda la traición de la iglesia y sobre eso le apostamos a la construcción de la familia desde el proyecto de Dios para hombre y mujer.

¿Cómo debe ser la participación de la mujer en la Iglesia?

Eso es fundamental. En esto seguimos. El Papa lo ha mostrado también y el camino sinodal de la Iglesia nos está abriendo espacios y escenarios extraordinarios para poner de relieve el valor, la importancia, el significado que tiene la mujer, no solamente en ese cuidado y protección de la vida según el proyecto del creador, sino también en todo lo que es la transmisión de valores, de espiritualidad. De alguna manera son el rostro materno de Dios. Cada vez más vamos reconociendo todos los niveles de participación y de escucha, por supuesto, y también en los niveles de decisión. Hay otros asuntos que implican reflexión teológica, porque la Iglesia tiene que ser fiel también a una tradición, no es parte de una moda, la Iglesia tiene que ser muy firme a una tradición, a un magisterio, entonces sus pasos son más ponderados para tomar ciertas decisiones.

ALEJANDRA LÓPEZ PLAZAS

REDACCIÓN VIDA DE HOY

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